jueves, 11 de junio de 2009

Goma de borrar

Hoy quiero hablar de las palabras. De las calladas y de las pronunciadas, de las sólo pensadas y no dichas por miedo. De las palabras nuevas y viejas, inexistentes e imaginadas, de las palabras que se desean y nunca llegan. Sí. Pero sobre todo, quiero hablar de la fuerza que tienen, de cómo son capaces de cambiar el mundo... o, al menos, mi mundo.

Quiero protestar, ante la instancia que corresponda, por no haber inventado una goma de borrar palabras, que me sirviera para deshacer su efecto cuando hacen daño, a mí o a otros... ¿Por qué no existe esa goma de borrar?... ¿eh? por qué? Todos la necesitamos.

Las palabras han hecho que mi día comience siendo maravilloso y ahora mismo esté enmarañado, triste, tambaleante... ¿han sido las que dije o las que me callé? ¿las que dijeron otros o las que quedaron escondidas?

No hay nada tan mágico y maravilloso, tan poderoso y sutil ni tan incomprensible. Como una telaraña brillante y atractiva, aunque...sin monstruo que te coma.

Con las palabras soy capaz de jugar, bailar, inventar, consolar, escribir, pensar, obsesionarme, empezar de nuevo, volverme niña, respetar, gritar... pero, cuando se trata de expresarme, o de integrar las expresiones de otros sin agobios, sin miedo... ¡qué difícil! ¡qué complejo! Necesito una goma de borrar; que sea de precisión, eso sí.

Las palabras son tan misteriosas como la vida, porque son la vida. Con ellas vivimos y nos interrelacionamos; sin ellas, no existiríamos. Y, aunque me enfade, refunfuñe y me vuelva loca, sé que nunca existirá esa goma. Y así debe ser... Porque si pudiéramos hacer desaparecer nuestras palabras como si fueran meros garabatos a lápiz, estaríamos borrando lo que somos... lo que (nos guste más o menos, nos enfade o no) nos hace evolucionar.

De todas formas, esto de querer hablar de las palabras cuando uno tiene problemas con ellas no deja de ser un poco masoquista. Lo reconozco. Me temo que lo soy. Luego me dolerá la cabeza...¡Pero no puedo dejar de querer una goma que me devuelva mi maravillosa mañana de clown y fiesta!

He dicho.


domingo, 7 de junio de 2009

Silencio


El mismo susurro que mueve las nubes es el que, sin que nos demos cuenta, hace temblar las piedras...
Sí...
Un susurro invisible e hipnótico convierte en nómada a la tierra, a la piedra, a la hormiga, al árbol, al tronco, la rama, la hoja... y al Sol.

Más que moverse, el mundo danza.
Danza a un ritmo que no se ve, pero... se oye.

¿Qué sujeta a la diminuta hoja?...
¿Qué hace que no salga volando al más leve soplo?
¿Una ramita?...
¿Una ramita unida a otra?...
¿El tronco? ¿El tronco sabio por el que fluye la savia?
¿La raiz anclada a esa tierra que también danza?

¿Podría alguien expresar cómo suena la luz del Sol... Cómo suena el calor cuando calla el viento helado?
A veces parecen hablarse, susurrarse secretos que... que sólo las flores pueden descubrir.

...UN SUSURRO INVISIBLE MUEVE TODO.
LA TIERRA ES NÓMADA, NO SEDENTARIA.
VIENTO Y SOL HABLAN EN SECRETOS.
LO GRANDE Y LO PEQUEÑO DANZAN...

En recuerdo del encuentro intensivo de Teatro Espontáneo... de
Gaëlle, Carlota, Lucía, Leti, Izaskun, Rafa, Noemí, Peter, Cristina, Eduardo, Palma y Patri... de nuestro cocinero-mago de las verduras... de los zorros, ángeles y policías... de los pasteles de Aracena... de los llantos, historias y risas... de las noches junto a la chimenea... de los bastones voladores...y de la maravillosa naturaleza que nos envolvió.